Erick Adrián Paz González. Presentada en el I Coloquio universitario sobre Historia de las Religiones, organizado por la Sociedad Mexicana para el Estudio de las Religiones, Facultad de Filofofía y Letras, UNAM.
Los signos religiosos han tenido
diferentes significaciones a lo largo del tiempo y han impactado en su
contexto, desde ser la temática principal para varias etapas del arte hasta
crear estereotipos como la que gira a la devoción a San Judas Tadeo.
Estos signos crean diferentes
reacciones entre la población, en el caso de los productos culturales La rosa de Guadalupe y A cada quien su santo, se percibe una
construcción diferente entre significados y significantes sobre los santos,
construcción que resignifica los signos originales y a los ya resignificados a
través del tiempo.
Tomando a Enrique Ginsberg[1], estos productos pueden crear una
concepción nueva de los signos de los santos que puede derivar en
apropiaciones, imitaciones y deseos de realizar lo visto, es decir, pueden
apropiarse de los signos resignificados y pueden derivar a fenómenos sociales
de diversos tipos.
Para poder comprender el fenómeno de
la resignificación dada a los signos de los santos, abordaré aspectos de la
religiosidad popular y de las experiencias religiosas desde una perspectiva católica
para comparar el fenómeno con el deber
ser de las enseñanzas católicas actuales con las que los productos
culturales trasmiten.
El libro Religiosidad
popular del español Equipo Seladoc[2]
define a esta Religiosidad Popular como el lugar donde se expresa la religión y
el
hombre con toda su realidad. El Doctor Manuel Arias Montes la define como la apropiación de los valores
evangélicos de la Iglesia que permitió una encarnación profunda de la fe en su
cultura y realidad social[3].
Esta religiosidad popular se vive y se expresa en un
pueblo y en un contexto histórico concreto. Para descubrir el proceso de
maduración de los valores de la religiosidad popular que hoy podemos captar, debemos
tener en cuenta la trayectoria histórica del pueblo; debemos reconocer los
aspectos ya sean positivos o negativos de la región y cómo ha influido la
religión en ella.
En cada etapa de la historia de México se muestra un
sincretismo religioso que determina la implantación de una religión ajena a la
original pero que conserva características de ella. Se modifican así los signos
de los santos como representantes de un Dios al que, en principio, no
identificaban y tomaron diferentes significados, patronatos, ritos y
tradiciones con quienes sí se identificaran; el ejemplo más claro de esto se da
con la Santería o Regla de Ocha en Cuba y Sudamérica, donde los signos de los
santos están completamente resignificados a grado tal de modificar totalmente
su significado original[4].
William Madsen[5]
define al sincretismo religioso como una clase de aceptación caracterizada por
la adaptación consciente de una forma o idea extraña en términos de alguna
contraparte indígena. Muestra como los misioneros católicos de la conquista
olvidaron muchos de los vicios cometidos en Europa y así pudieron instaurar una
religión más cercana a la “original” y más uniforme, donde la Virgen María y
los santos constituyeron parte importante.
Los aspectos positivos de la religiosidad popular y que
también son positivos para el desarrollo humano, de acuerdo al Equipo Seladoc,
se resumen en[6]:
- Apertura a la trascendencia, del reconocimiento de la realidad y se expresa por una búsqueda de Dios vivida como deseo y esperanza de liberación.
- Búsqueda del sentido de la vida, descubrir que su vida está unida –mas no dependiente ni subordinada- a lo trascendente y que en lo religioso se puede encontrar una respuesta a sus aspiraciones. Es una búsqueda por dignificar al ser humano y relacionar con Dios todo lo cotidiano. A veces, es el deseo de vivir juntos, en fraternidad, justicia e igualdad. Muchas veces el pueblo expresa en ella su proyecto político y su estilo de vida.
- Búsqueda de seguridad y de salvación. Surge del fuerte sentido de impotencia frente a la muerte, al dolor y a frustraciones. Expresa una firme creencia en el más allá de la muerte.
- Sentido de pertenencia a un pueblo cristiano.
- Riqueza ritual. Frecuentemente expresado en gestos ricos en contenido que expresan vivencias y sentimientos, y son la manifestación auténtica de un pueblo o grupo cultural.
- Fuente de virtudes humanas.
- Apertura al evangelio. En la mayoría, apertura para recibir el mensaje.
Los aspectos negativos se presentan generalmente cuando
la religiosidad popular no es acompañada por animadores religiosos o cuando el
evangelio no es anunciado o es presentado inadecuadamente. Más que afectar la
estructura religiosa, atenta contra costumbres y hasta con la dignidad humana.
·
Ayuda a fomentar un
sentido fatalista –donde suceden cosas independiente a la voluntad humana- y de
resignación que impide a las personas tomar conciencia de su situación. En las
clases alta y media da la impresión de ser un freno para todo compromiso
auténticamente humano y cristiano.
·
A veces se torna
alienante, lleva al hombre a esperarlo todo de Dios y le quita la posibilidad
de responder y colaborar con todas sus capacidades. Se puede convertir en una
religión-refugio, opresora y egoísta, cuando se transforma en compensadora de
frustraciones y carencias.
·
Se torna además
negativa y paralizadora cuando no presenta al hombre un proyecto histórico, y
cuando no se inserta en la marcha de un pueblo.
·
Es, a menudo,
aprovechada y explotada con fines comerciales. En lo cultual es posible que la
religiosidad popular se aferré al objeto que le signifique seguridad, cerrando
su dimensión auténticamente religiosa y confiere al objeto un poder mágico.
Deforma y empequeñece la imagen de Dios cuando lo ata indebidamente a gestos
determinados.
·
Además, “frente a una
religiosidad cerrada se hace muchas veces difícil abrir un diálogo de fe.”[7]
De las experiencias religiosas, un
tema muy complejo, pueden rescatarse algunos argumentos de William James y de
Alfonso Navarro Castellanos con respecto a la Iglesia Católica, de donde
provienen los santos.
A decir de James[8],
existen dos niveles generales de experiencia religiosa: la individual y la
colectiva. La primera se caracteriza por el bienestar espiritual a nivel
persona, al cumplimiento de los dogmas religiosos para encontrarse en paz
consigo mismo, mientras que el colectivo –del que quita importancia- responde a
una interacción con la comunidad eclesial y a la búsqueda de un bien común.
Mientras James llega a desvalorar la experiencia
colectiva, Navarro marca como necesaria la mezcla entre ambos niveles para que
la experiencia funcione y sea “correcta” pues van en conjunto. La experiencia
religiosa individual es importante sin importar la situación. Es necesaria una
experiencia individual para realizar esa experiencia colectiva que fortalece la
misma experiencia individual.
Pero no toda experiencia religiosa, ya sea individual o
colectiva, puede ser “correcta” en términos del mensaje de la doctrina
católica. James, en su capitulado El
misticismo[9]
deja entrever diversas alteraciones de estas experiencias conforme a la
doctrina, marca la separación de la misma al adentrarse en devociones y cultos
tan individuales, o bien, limitados en la colectividad que se vuelven
experiencias aisladas del tipo “no creo en Dios pero creo en X santo”.
Situaciones que limitan o eliminan cualquier tipo “real” de experiencia
religiosa.
Los mensajes, entonces, son malinterpretados o sus
receptores crean representaciones e ideas demasiado delimitadas o personales
que pierden contacto con el mensaje original. La experiencia religiosa puede
entonces cambiar completamente de sentido del mensaje original.
La resignificación en La rosa de Guadalupe
La rosa de Guadalupe es una serie mexicana producida por
Miguel Ángel Herros en la cadena de televisión Televisa, cuyas señales han llegado a 140 países, han sido traducidas a más de 18
idiomas diferentes y han abierto nuevos mercados en Asia y África[10].
Desde el 5 de febrero de 2008 comenzó la transmisión del
producto y ahora llega a México, Ecuador, Puerto Rico, Colombia, Perú, Venezuela,
República Dominicana, Paraguay, Panamá y Estados Unidos.
El producto cultural se transmite
los días lunes, miércoles y viernes a las 17:15 horas y tiene duración de una
hora –contando comerciales-; el canal 2, señal en que se trasmite, tuvo en 2011
una participación de audiencia de 32.6% en el horario estelar de 16:00 a 23:00[11].
A cada quien su santo inició su transmisión el 12 enero
de 2009, producida por Genoveva Martínez en TV Azteca. Su transmisión llega a
América Latina, siendo los principales países Panamá, Puerto Rico, Venezuela,
Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Paraguay, Costa Rica, Bolivia,
Chile, Ecuador, Perú y Argentina[12].
Televisado en México todos los días
a las 16:15 horas con duración de una hora, este producto usa un santo
diferente en cada transmisión con casos “extremos” de conflicto familiar,
laboral, académico, personal y su devoción desata el nudo de la historia hacia
un “final feliz”.
Comenzaré con el análisis de La rosa de Guadalupe, partiendo de su sinopsis
(negritas de origen) que, en primer plano, tiene mala redacción:
La
fe mueve montañas y la Virgen de
Guadalupe se ha convertido en estandarte de millones de mexicanos,
quienes le piden milagros y socorro en casos difíciles a
la Virgencita.
¿Cuántos
de nosotros hemos ido a la Villa de Guadalupe y nos hemos
hincado ante la imagen de la Morenita?, ¿Cuántas ciudades y pueblos de
provincia tienen su propia "villita" de Guadalupe?
¿Cuántas veces hemos encendido una veladora en momentos de aflicción y la hemos
colocado en algún altar? ¿Y cuál es el motivo?...¡un Milagro!... entre los
millones que la Guadalupana ha obrado en sus hijos.
Cada
uno de esos milagros se traduce en una historia, que nutrirá el contenido
de La Rosa de Guadalupe. Historias de amor, desamor,
esperanza, lucha e intriga, donde se abordarán temas como la prostitución,
violencia intrafamiliar, drogadicción, entre muchos más.
Una
rosa blanca, aparecerá como símbolo de los milagros o las peticiones, que el
personaje o protagonista de la historia invocará, siempre ante la imagen
de la Virgen de Guadalupe.
En
la Basílica, siempre ubicaremos entre los fieles
a aquel personaje que viene a pedirle a la Virgencita un milagro,
y que regresará después a darle las gracias a la Morenita del
Tepeyac por la bendición y milagro realizado.
La
Rosa de Guadalupe es una telenovela compactada y
contada a toda su intensidad en una sola hora; es un programa de divertimento
familiar, que nos permite emitir mensajes positivos, llenos de esperanza y de
lucha.
Todos
tenemos una historia de lucha y esperanza, ¡cuéntanos la tuya![13]
Las negritas muestran sus
nombres–Virgen, Virgencita, Morenita, Guadalupana, Morenita del Tepeyac-, los
elementos que se asocian a ella –fe, milagros, socorro, Villita, Basílica- y el
nombre del producto cultural. Esto denota acompañamiento, amistad y ayuda por
parte de la Virgen y, claro, relación con el producto.
Se muestra cómo se utiliza el
signo de la Virgen para lucrar, donde se cae en un error de la religiosidad
popular: la Virgen es aprovechada y
explotada por una sociedad de consumo con fines comerciales.
Además, se muestra de manera general el sentido que
tomará el producto cultural, indica que sólo tratará temas milagrosos acerca de
problemáticas comunes, pero difíciles y exageradas que se resuelven solamente
con ayuda de la Virgen. Deja ver el melodrama y la inverosimilitud.
Para realizar la resignificación, se analizaron capítulos
transmitidos en noviembre y diciembre de 2012 (663 al 675 y el capítulo 334 que fue retransmitido),
hasta encontrar una constante en la
resignificación del signo de la Virgen; organizados en un esquema donde
se sintetizaba la situación o problemática, la reacción ante el o los problemas
-donde se vea involucrado el signo de la Virgen- y la solución que tienen en el
capítulo, entendiendo a la solución como las acciones que “mejoran” la
situación de los personajes. El milagro se hace presente al encontrar la
solución y se ve marcado por la presencia de una rosa blanca aparecida
mágicamente como señal de que surgirá y, después, casi al final o al final,
viento mágico que denota el milagro cumplido.
Además, el producto “permite
emitir mensajes positivos, llenos de esperanza y de lucha”, centrados estos
mensajes en una moral cambiante o inestable. La construcción del programa,
además, deja ver una gran explotación del melodrama, incluso contraria a la
ética periodística y muestra inverosimilitud en muchos casos.
Todos los capítulos analizados contienen situaciones
negativas, de sufrimiento o desesperación.
El producto, sin embargo, deja
muy de lado a la Virgen y en capítulos como El
síndrome del emperador, se deja completamente a un lado y se retoma de manera
casi incidental al final, es decir, surgen dos hechos: se usa la virgen como
mero pretexto para las historias, y se deja un mensaje fatalista, donde las
personas no hacen nada para mejorar su condición. Cuando esto último sucede,
el “aire” final causa un efecto que obra de manera completamente milagrosa al
cambiar la postura o la visión de las personas o simplemente les permite “darse
cuenta” del milagro. Fatalismo en todo su esplendor.
Las historias que se presentan están dirigidas a amas de
casa con hijos adolescentes y jóvenes, lo que también permite compartir con
ellos. Las historias, a pesar de ser exageradas, tienen niveles de
verosimilitud aceptables gracias al contexto en el que se incluyen y la
relación con la Virgen y sus milagros se da de igual manera: de manera general,
no se presentan milagros extraordinarios que afecten el ritmo ni la
credibilidad.
En todos los capítulos, las
historias se dan causalidad, es decir, las personas comenten algún error para
que se desarrollen, el problema inicial siempre se complica por la falta de
moral o como castigo por algún error. Esto se convierte en un problema pues
connota responsabilidades exageradas por las acciones, colocándolas incluso
como consecuencias únicas y exclusivas de las acciones que empeoran con
elementos incidentales, y con un ligero sentido de responsabilidad divina, como
el no brindar protección.
En capítulos como La edad de merecer, este sentido divino
es lo que acapara toda la responsabilidad, se muestra entonces la
característica alienante de la Religiosidad Popular, ya que la madre nunca
intentó realmente dar una educación sexual a su hijo prepuberto, sino lo hizo
indirectamente y la Virgen es quien realizó mágicamente el cambio en él. La
madre no hizo nada.
Se muestra también la carga y responsabilidad
que conlleva la madre con una tendencia a exagerar y un padre despreocupado o
demasiado tolerante, lo que trasmite y refuerza la diferencia entre hombres y
mujeres dentro del hogar bajo estereotipos con tinte machista.
Con respecto a los mensajes, se denota esperanza, deseos
de salir adelante y cambiar con la fe de por medio, aunque esto no se muestra
en todos los capítulos pues más bien se deja ver la parte de la desesperación y
la angustia.
Con estos elementos
se demuestra un uso utilitario de la Virgen, que la Iglesia Católica critica
como usar a Dios y a los santos como “botiquín”, es decir, acercarse a ellos
sólo cuando hay problemas. A esto se une, nuevamente, el sentido fatalista y
alienante, además de demostrar como el signo de la Virgen se deforma y
empequeñece al atarla a acciones comunes y de necesidad inmediata.
La resignificación de la Virgen,
entonces, apela al acompañamiento físico y a un sentido de utilidad y nunca se
menciona el hecho de ser madre de Dios, santa u otros elementos que puedan
caracterizarla, solamente se le reza y se le pide en las situaciones en que se
ven involucradas los personajes. Su significado apela a los milagros
instantáneos, al “botiquín”.
El significante de la Virgen también
es modificado, tanto los materiales como los estilo, donde tiene cabida la
representación a caricatura denotan también sentido de pertenencia y retira
seriedad a la imagen que posee un plano positivo y otro negativo, el primero
por el acercamiento con la Virgen y el segundo por la pérdida de seriedad que
afecta la autoridad que puede representar.
Los aspectos positivos de la
Religiosidad Popular también existen, aunque son retomados al final al ser los
menos. Se muestra la apertura a la trascendencia, las personas se reconocen en
el error y buscan a la Virgen, sin embargo llegan al grado de esperarlo todo de
ella. La búsqueda del sentido de la vida sólo se da al intentar relacionar con
la Virgen el quehacer diario, aunque se llegue a extremos del fatalismo, se
olvida del crecimiento personal y del nivel social.
La Búsqueda de seguridad y de
salvación también se hace presente, se da el sentido de acompañamiento y la
fortaleza, peor, igualmente, hacia un sentido fatalista y alienante. También se
manifiesta fe.
Sin embargo, ni el sentido de
pertenencia se da, salvo en apropiarse a la Virgen según su significante, ni se
muestra una fuente verdadera de virtudes humanas pues la moral es cambiante (lo
más inestable se ve en el capítulo El
amor todo lo vence, donde el amor de dos jóvenes –y la Virgen- salva a un
perro que un exnovio loco envenenó), tampoco existe la Riqueza ritual, más que
en una experiencia religiosa individual, ni mucho menos se da una apertura al
Evangelio, pues todo nivel religioso fuera de la Virgen es simplemente
inexistente.
La resignificación de la Virgen,
entonces, se puede resumir como un signo sin significado, donde el significante
puro lleva los milagros; este nuevo signo se separa de toda relación religiosa,
tornándola incluso absurda ante la fe católica vista desde la Religiosidad
Popular, donde la Virgen vivió como “Evangelizadora de América Latina”. Lo que
puede hablarse de esta resignificación, es que alienta la experiencia religiosa
individual, pues se entabla una relación objeto-sujeto demasiado estrecha
aunque, repito una vez más, se vuelve fatalista y alienante; anula toda
particularidad y originalidad en la identidad de las personas.
La resignificación en A cada quien su Santo
Se analizaron once capítulos
correspondientes a la transmisión anterior al 7 de diciembre, de manera
inmediata siguiendo la periodicidad.
Las historias de este producto
cultural están muy relacionadas con los santos y sus diferentes patronatos, es
decir, aparecen capítulos relacionados a San Fiacre patrono de los jardineros o
Santa Mónica, patrona de mujeres y de matrimonios con problemas y otros santos
relacionados a todo tipo de necesidades.
Aunque las historias son similares
en inverosimilitud que La rosa de
Guadalupe, sí tendrían credibilidad en un público de gran fe o adicto a la
ciencia ficción. La fe se ve muy representada en el producto pues es el centro
de las tramas, los signos de los santos tienen gran peso e importancia en todas
las historias y sí se muestra contenido religioso acorde a cada santo.
A diferencia de La rosa de Guadalupe, A cada
quien su Santo se muestra más acorde con la Religiosidad popular y las
experiencias religiosas colectivas, aunque también cae en los vicios, pero en
menor medida.
Se muestran muchos elementos mágicos
tanto de los santos como de la brujería y el significado de los primeros se
altera al relacionarlo un poco con la santería, creencia que se encarga de
estudiar las “propiedades” de cada santo para usarlos en fines específicos,
algo como brujería religiosa; esta práctica es opuesta a la doctrina católica
pues desplaza a Dios como centro de la fe y reduce o nulifica su existencia,
además de alterar el significado de los santos. Y también se usan como
“botiquín”
Generalmente se apela al significante
pues sólo se nombra al santo y su patronato pero se le pide referido al signo
en su conjunto. En este producto se muestra mucho la dependencia hacia el signo
del santo y las emociones que se vierten sobre él son variadas pero tanto
exageradas, podría decirse que en algunos capítulos se llega a humanizar al
significante pero nunca se apela totalmente a su significado, excepto en La locura de la razón, donde
literalmente el santo se vuelve humano, y otros ejemplos en la serie donde
tiene una interacción real con las personas que se acercan al santo, aunque sea
mayor a través de su significante.
La apertura a la trascendencia se
cumple totalmente al buscar ayuda de los santos, mas nunca de Dios, y se
muestra cierta tendencia a la liberación ya sea de esquemas que truncan la
libertad o que atentan contra la dignidad.
La Búsqueda del sentido de la vida
se muestra en todos los capítulos al relacionar con los santos acciones
cotidianas, sin llegar a niveles totalmente alienantes pero sí fatalistas. Se
ve un poco el sentido de dignificación y la experiencia religiosa colectiva se
manifiesta al llegar a esferas más allá de las individuales y familiares.
En este producto cultural, la
Búsqueda de seguridad y de salvación se
ve más fuerte pues, al ser los santos y su obra el centro de todo capítulo, son
quienes directamente dan acompañamiento y apoyo a las personas, les dan
esperanza y deseos de seguir. También se hace implícita la creencia en el más
allá de la muerte.
Al ver en los santos un contexto, se
muestra cierto grado de pertenencia a un pueblo cristiano y expresiones
rituales propias a cada uno de ellos. La fuente de virtudes humanas se muestra
en algunos capítulos pues los contenidos son más humanistas y las situaciones,
donde se da más participación de las personas, propician un aprendizaje de
calores y una moral más estable, todo con relación al producto cultural
anterior.
La apertura al Evangelio no se da en
sí, pero sí la apretura a aprender sobre temas religiosos de distinta índole
como las vidas de los santos, ritos eclesiales como el rosario u otras
enseñanzas que impiden a las personas seguir ciegamente a los santos
presentados.
Sin embargo, el sentido fatalista se
da en gran medida, aunque menos que en La
rosa de Guadalupe, la Religiosidad Popular en su sentido alienante no es
tan fuerte pues las personas sí colaboran cuando piden el milagro, al menos en
muchas veces, y no es tanto compensadora de frustraciones y carencias, pues sí
invita a la superación, o al menos no la trunca.
El poder mágico es muy presente en
este producto, desde algunos milagros inexplicables, la brujería y hasta la
personificación de los santos denotan que ellos tienen cualidades mágicas.
También se elimina la imagen de Dios pues los santos toman el plano relevante,
y también estos llegan a tener un uso de “botiquín”.
Relaciones a manera de conclusión
Ambos productos se relacionan con
una ausencia parcial o total de sacerdote u otra autoridad de una iglesia
establecida, lo que es elemento importante de la religiosidad popular pues
permite la transmisión de los mensajes religiosos entre comunidades de fieles.
Y esto es lo que hace peligroso al producto cultural pues las alteraciones que
se dan en los signos presentados se reproducen en la población de forma casi
íntegra de como son resignificados.
Esta resignificación, como se ha intentado
mostrar, rompe con las concepciones del signo de cada santo establecidas por la
religión católica y crea unas orientadas a la utilidad, que responde de manera
inmediata a las necesidades y apelando mayoritariamente al significante. Se
reduce la intención y la relación entre los elementos que le dan sentido al signo.
Un aspecto más marcado en La rosa de Guadalupe responde al sentido
fatalista donde los personajes no pueden tomar decisiones por sí mismos. Si
bien la fe pide creen en Dios y esperar en él –que también se altera pues se
cree sólo en la Virgen y los Santos-, quienes se presentan en estos productos
culturales no conciben la solución a sus problemas si no es por intervención
divina, sólo se centran en el error y en los significantes y no se relacionan
debidamente con su contexto y realidad.
Sin embargo, también contienen
aspectos positivos en perspectiva de la religiosidad popular y de valores
humanos. A cada quien su Santo
muestra “una especie” de proyecto de vida a través de las enseñanzas, haciendo
que las personas conozcan un poco al santo e intenten mejorar su vida con los
ejemplos que recrea y, en ambos productos, la información sobre derechos u
organizaciones. Se puede decir que el programa propone una inserción de valores
en la sociedad, aunque sean poco aplicables y se ven en casos aislados.
En todos los programas se presenta
una apertura a la trascendencia, donde las personas buscan ser mejores, así
como la búsqueda del sentido de la vida, de seguridad y salvación y
acompañamiento. Lo que afecta estos puntos es que no se logran consumar ninguno
pues el mensaje los retoma pero no logra aterrizarlos y esto se muestra en que
sólo queda en un sentimiento o aprendizaje inmediato que después puede
desaparecer.
En el sentido de la experiencia
religiosa, se da una mezcla “extraña” pues la experiencia individual es muy
presente al ponerse al cuidado de la Virgen y los Santos y la colectiva se da
entre la familia u otros miembros cercanos a los que se les pude identificar
como una pequeña comunidad, el riesgo está en que no comparten realmente una
identidad y esta experiencia colectiva no se concreta correctamente y no se
comparte.
También se muestra muchas veces el
error de cuestionar la fe, elemento necesario para el crecimiento en la
experiencia religiosa individual pues obliga a indagar soluciones, y en el
plano social hace entrar en un dogma que al caer en resignificaciones sin
regulación se convierte en una amenaza tanto para la fe como para la persona en
su crecimiento personal y espiritual.
Al ser un producto dirigido a amas
de casa principalmente, reproducen estas resignificaciones en sus hogares y
pueden alterar aún más el significado original de los signos y caer en los
vicios de la Religiosidad Popular, además que pueden ocasionar miedo, ansiedad
y dilemas de índole hasta existenciales en los auditorios al mostrar casos tan
exagerados y que algunos son verosímiles, o que causen miedo o necesidad de
devoción a quienes creen en este tipo de milagros.
Como percepción pues se requiere de
un estudio hacia las audiencias, existe
una burla a las creencias de las personas ya que se muestran exageraciones, desde
las historias hasta las formas de devoción y las soluciones; aparenta ser
irrespetuoso y generador de malas concepciones de los santos, de la verdadera Religiosidad
Popular y de la experiencia religiosa individual y colectiva. Esto sin
mencionar la forma en que quienes no comparten la religión católica toman estas
resignificaciones y evalúan a la religión en base a ellas.
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[1] Guinsberg, Enrique, Control de los medios, control del hombre,
Plaza y Valdés, México, 2005
[2] Equipo Seladoc (1976), Religiosidad popular, Ediciones Sígueme,
España, 379 páginas.
[3] Manuel Arias Montes. Y la palabra de Dios se hizo indio. Teología
y práctica para una catequesis inculturada y liberadora. Una propuesta desde
Oaxaca, México. Dabar, México, 1998, p. 87
[4] Igor Zabaleta, Sincretismo religioso y los cultos animistas. La santería, el Vudú…,
EDIMAT Libros, España, 2005, págs. 71-99
[5] William Madsen, “Sincretismo
religioso en México”, en Lorenzen, David (Comp.) (1982), Cambio religioso y dominación
cultural, El Colegio de México, México, págs. 139-168
[6] Equipo Seladoc, págs. 32-36
[7] Madsen.
[8] James, William (1994), Las
variedades de la experiencia religiosa, Ed. Península, E.U.A. páginas
343-362
[9] Ibídem.
págs. 343-362
[10]Unidades
de Negocio - Resto del Mundo,
en https://www.irtvazteca.com/business/programacion.aspx, consultado el 5 de
diciembre de 2012.
[11]Televisa, Resultados del cuarto trimestre y año completo 2011, consultado en http://i2.esmas.com/documents/2012/02/17/2343/resultados-del-cuarto-trimestre-del-ano-y-complemento-2011.pdf,
el 5 de diciembre de 2012.
[12] Zaldivar Gama, Irais Paola, “Un año
de éxito”, en
http://www.azteca.com/notas/acadaquiensusanto/1465/un-ano-de-exito, consultado
el 5 de diciembre de 2012
[13]Televisa, “Sinopsis”, en
http://televisa.esmas.com/la-rosa-de-guadalupe/sinopsis.php, consultado
el 05 de diciembre de 2012