Creo Maya

Creo Maya
Nada mejor para representar la falta de una imagen apropiada

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Quiero

Quiero escribir para ti un poema, romántico y que no sea cursi. Quiero componer una canción que sea sólo de nosotros dos, crear para ti una historia que carezca de un fin, quizás también un soneto a tu majestuosidad, una obra teatral suculenta o, por qué no, una crónica o un ensayo apelando a tu increíble existencia. Quiero dedicarte un microcuento sincero que disfrace un “Te quiero”, una frase puntual que te haga volar, un recado que utilice un "te amo"…

Quiero cultivar rosas para a diario entregarte una entre listones, hacer crecer un árbol de cacao para siempre prepararte chocolate por las tardes o algunas plantas de café para esas noches de desvelo. Quiero encontrar un gran roble para descansar abrazados largos ratos bajo su sombra, quizás sembrar arroz para fabricar papel que plasmará y te llevará mis palabras o un gran Maple menos delicioso que tú y que puedas opacar con tu dulzura…

Quiero caminar junto a ti, frente a ti, detrás de ti, siempre abrazando tu cintura, besando tus labios, tus manos, tu cuello. Quiero acomodarme en tu cabello y sentirlo, y olerlo, y besarlo, tal vez dormir apoyando un ojo en el mechón que cuelga por tu frente. Quiero sentir las yemas de tus dedos en mi rostro, mi palma buscando tus mejillas, mis labios implorando tu lóbulo y tu pecho el mío. Quiero que me sientas y te sienta a ti, rogar implícito un abrazo, de esos que engañan a la óptica fusionando seres. Quiero que escuches mis latidos y entiendas el lenguaje que ése órgano creó para ti, quiero escuchar tu voz que pronuncia singular mi nombre…

Quiero seas quien posea mi sentir, quien lo siembre y riegue, cuide y coseche. Quiero ser aquel que te alimente con los frutos de mi mente y de mi alma. Quiero tanto, de ti y de mí, no demando, sólo quiero, sólo ofrezco, sólo espero que en tu querer mi querer no oponga quereres y me puedas querer y yo quererte…
Pues yo sé qué me harás sentir: las pequeñas mariposas serán ya migraciones canadienses, esos nervios inocentes al acercarme a ti, algo comparable a lo que un astronauta debe sentir al ver la Tierra. No habrá qué comparar con la tristeza si puedes hacer de ella algo más remoto que un recuerdo, con la soledad si la poca que sentía fácilmente la trasladarás al olvido.

Quiero tantas cosas y, ¿sabes?, sólo me tace falta una cosa, muy sencilla, muy pequeña, de fácil remedio y poco problema: encontrarte...