Creo Maya

Creo Maya
Nada mejor para representar la falta de una imagen apropiada

miércoles, 5 de mayo de 2010

Nosotros

“Tú”
Vives bajo mi sombra, te alimentas de mi vida, ahogas mis sueños, destruyes mis sentimientos; no valoras lo que hago por ti.
Durante diez años me has hecho tu esclavo. Tú tan hipócrita y seductora; tan hermosa y manipuladora. Drenaste mi vida en menos de un año, mataste mi alma poco tiempo después del “Si, acepto”, sellaste mi muerte con un beso y prolongaste mi agonía sólo con sexo.
Dudo mucho que alguna vez me amaste, comienzo a preguntarme si en alguna ocasión te gusté. Me cuestiono del porqué a nuestros 19 años nos fugamos de casa para que, al sacrificar mi vida, me pagaras con vastos engaños y mentiras.
Usaste lo poco o mucho que te daba para esconderte en un disfraz de maquillaje y Chanel, dirigiste tus encantos femeninos y los diamantes circundantes de tu cuello para conseguir de otros lo que jamás pude darte, lo que jamás te fui capaz de ofrecer.
27 veces me engañaste, o por lo menos fueron de las que yo me enteré; 27 veces recibiste los jugosos frutos de tu infidelidad; 27 veces me enterraste vivo, me dejaste morir en un diminuto cubículo de oficina mientras vivías con viajes a Europa, lujosos vuelos en jet, buceos en hermosos arrecifes de coral y cenas tan vastas y lujosas de precios tales que podrían acabar con el hambre de África; y lo peor es que 27 veces te perdoné.
Me robaste la vida, lo recalco nuevamente, escondiste tu instinto animal en la sombra de mi decencia, encubriste tu rostro reflejo de pasiones prohibidas en la falsa vida feliz y de cuentos de hadas que llevábamos juntos, protegiste tu “reputación” en mi llanto; mostraste al mundo tu inteligencia al ocultarme tus engaños.
Humilde y sencilla te conocí; ahora te veo tan ególatra y vastamente adornada de oro blanco y rubí. Llena de vida te encontrabas cuando me enamoré de ti; ahora eres solamente un juguete de empresarios, la mascota refinada de unos amos adinerados que te amaestraron con un auto y una noche de espectáculo en las Vegas. Eras única, auténtica y soñadora, la mujer deseada por las primicias del corazón; ahora no eres más que una cualquiera…

“Yo”
Comencé a morir antes de culminar un año desde que enganchamos nuestras vidas. Me comencé a destrozar en el momento que iniciaron tus infidelidades, me ahogué en llanto con la noticia de que te acostabas con otros, agonicé a cada beso que dabas junto con un pedazo de tu dignidad…
Ja… ja… ja… ¿quién puede creer eso?, ¿acaso alguien puede pensar que 27 veces perdoné a la perra que me hizo tirar mi vida al caño cuando tenía 19 años en el mundo? Ja… ja… ja…
Pobre estúpida, jamás notó que tenía interminables “viajes de negocios” a lugares paradisiacos; no se dio cuenta que mis compañeros de oficina eran todos primorosas diosas del amor. Nunca notó que viajaba tanto con mis ardientes secretarias e incluso que me casé tres veces más en las Vegas.
Así es, yo soy el culpable de que ella buscara la felicidad en otro lugar, aunque claro, soy mucho más inteligente que ella; yo sé que nadie sospechó nada, apuesto a que todos pensaban que yo vivía encerrado en un cubículo microscópico de oficina y jamás se imaginaron siquiera que me había hecho rico con grandes negocios en Australia; apuesto que todos dieron por hecho que yo era el marido amoroso que fue despreciado y humillado y ella una zorra desgraciada que sólo se aprovechó de la manera más vil de mí.
¡Qué buena vida! Mientras mi mujer trata de ocultar sus engaños yo vivo envuelto en lujos, dinero y placer; mientras ella escala la cordillera del Himalaya yo me deleito con las miss universo que me frecuentan o las modelos que satisfacen los caprichos de mi pécora naturaleza masculina; mientras ella se hospeda en un hotel de la capital de la moda yo descanzo en mi casa de Cancún o surfeo en las Islas polinesias.
Ja… ja… ja…, nuevamente me río. Pobre mujer que pensó que a los 19 años podríamos vivir felices para siempre; pobre ilusa que jamás pensó que ella sólo era una excusa para poder salir de la casa que me oprimió toda mi vida. para poder ser libre, para poder hacer lo que siempre quise t lo que jamás logré; pobre estúpida que imaginó una vida feliz conmigo y ahora se ve obligada a humillarse porque, naturalmente, yo nunca la hice y jamás la haría feliz…

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